top of page

Aspectos fundamentales que un buen líder no debe descuidar.

Por Francisco Carreto

​

El actual contexto financiero demanda un liderazgo competente con gran conocimiento industrial, dominio sistémico de la administración, buen manejo e identificación de las relaciones humanas, a fin de lograr los resultados preestablecidos. Por supuesto, se deben evitar a toda costa fisuras de credibilidad a través del análisis de valores y creencias divergentes. Es así, por ejemplo, que no debe someterse a discriminación a un individuo apto que no se adhiere a los mismos principios, creencias o persuasiones del jefe, como muchas veces sucede.

​

El buen líder debe cuidar celosamente su integridad, ello significa vivir de acuerdo a los compromisos adquiridos, tanto dentro como fuera de la empresa. La integridad se manifiesta cuando los clientes comparten la misma percepción que tienen los empleados y líderes sobre los valores de una organización. Hay rectitud cuando existe honestidad, sinceridad y respeto entre todas las personas vinculadas a la organización. Sean estos proveedores, contactos externos, clientes, staff o altos ejecutivos.

 

En otros términos, la integridad se manifiesta de acuerdo a David Freemantle, cuando los gerentes (líderes) dicen lo que piensan y creen lo que expresan. La integridad se logra rara vez y sólo se alcanza en forma transitoria. Son pocos los gerentes que todavía tratan de conseguirla.

​

Otro aspecto relevante que debe ser cultivado por el liderazgo de excelencia es lo concerniente a la dignidad interna y valor intrínseco. El dirigente no debe deshumanizar a las personas de la organización. Nunca pretenden imponer el estilo de golpear la mesa, hacer que sus subalternos se sientan inferiores a fin de probar quien es el jefe, el más inteligente; por el contrario cuanto más humilde se muestre obtendrá importantes resultados positivos y  reciprocidad.

​

Por otra parte , elimina las imperfecciones y mejora el desempeño sin destruir la dignidad, es decir, respeta el bien esencial y su valía intrínseca, aprecia el valor real de cada individuo del equipo, por supuesto, estos líderes reflejan el valor taxativo de cada empleado mediante la confianza, al hacerlo acrecientan la autoestima de cada persona desafortunadamente muy deteriorada en nosotros.

​

David Freemantle, al respecto destaca, que el éxito gerencial es básicamente un asunto de autoconfianza. Jamás podrán triunfar aquellas personas que permitan a sus agresivos jefes la destrucción de autoconfiabilidad y de su dignidad interna. Por el contrario, salen de su camino para fomentar la fe en sí mismos y el decoro de todos, los miembros de su equipo.

​

Los superiores jerárquicos, no pierden jamás de vista la misión, filosofía, eficacia y resultados de la organización. Intentan reducir las fricciones disfuncionales, aunque reconocen que la fortaleza de un equipo que se complementa se fundamenta en las diferencias. Cuando los miembros de una organización se respetan recíprocamente, sus discrepancias son útiles y se les considera puntos fuertes, no debilidades.

 

Lo cierto, que el rol básico de un líder excelente es fomentar el respeto mutuo y construir un equipo complementario en el cual los puntos fuertes se consideran elementos productivos y sus debilidades pierden importancia.

 

CONCLUSION

​

Un buen líder de excelencia, cree en los demás, cuenta con una mente estratega, están sus acciones bien centradas, son sinérgicos, no le temen al cambio, tienen autorenovación y trabajan en pro de la autorrealización, inspiran confianza, logran un buen clima organizacional, manejan adecuadamente la influencia del poder; alientan a sus seguidores, es paciente, cumple con las promesa que hace, son responsables, están presto a servir, a escuchar y a enfrentar con actividad positiva, quiere y trabaja para construir una empresa ordenada, creativa y equilibrada, utilizando eficientemente el potencial humano.

¡CONVERSEMOS!

  • Grey Facebook Icon
  • Grey Twitter Icon
  • Grey YouTube Icon
  • Grey Instagram Icon
bottom of page